Sus gráciles pasos, en botas negras de caña alta, avanzan con un click clack que resuena a lo largo de la acera, podía oler el fresco oleaje de la playa. Hace tres horas que ha amanecido, su capa ondea al viento y su mente está inquieta al aventurar qué efecto producirá hoy su presencia. Supongo que no poneis rostro ni nombre a este personaje. Mientras nosotros pensamos, él o ella, según se mire, sigue calle abajo, camino del supermercado, del parque o de cualquier bulliciosa avenida.