-No, pero le he sacado las mejores fotos de su vida …y de la mía
Esta podría haber sido la conversación de Lawrence Schiller y cualquiera de sus compañeros de la revista París Match días después de su sesión con la Monroe en 1962, cuando el joven de San Diego, con 25 años, la inmortalizó saliendo de la piscina con el cabello mojado y nada más.